Los martes y miércoles son días de Champions, y para estrellas los hermanos Stephen y David Dewaele que volvían 5 años después a nuestro país no como 2manydjs si no con su proyecto Soulwax en directo —como ya adelantamos en Beatsoup— de la mano de Last Tour, primero en Madrid y al día siguiente en Barcelona. Una de esas grandes citas que el aficionado recuerda por tiempo.
El mismo hecho de ser martes, con sus quehaceres diarios, hizo que llegamos muy justos al concierto perdiéndonos el calentamiento en manos de Laima, artista brasileña afincada en Londres que actuaba como telonera... pero que sí pudimos ver después acompañándoles en el escenario.
Entramos a La Riviera al inicio del concierto de los belgas, y lo primero que nos encontramos es un sorprendente despliegue de medios que contaba con un escenario en doble altura, que situaba en la parte superior a un arrollador trío de baterías (incluido ni más ni menos que Igor Calavera de Sepultura) y otros tantos sintetizadores e instrumentos como un bajo, un xilófono u otra batería eléctrica a ras de escenario. Todo ello conjugado con un buen juego de luces y un sonido mejor de lo que recordábamos en esa sala. Simple pero brutal. Así nos dimos cuenta de que, si hay conciertos que son capaces de llegarnos al corazón con la precisión de un bisturí, el de Soulwax nos llegaría a las vísceras con la potencia de una sierra mecánica, y nosotros encantados con la idea.
Al más puro estilo 'From Dewee', el concierto de rock electrónico se fue desarrollando sin pausas hasta entrado el minuto 50, más de la mitad del tiempo sin bajar el pie del acelerador si contamos con que duraría unos 75 minutos. La intro corría a cargo de dos temas nuevos de su próximo álbum, como "Hot Like Sahara" e "Idiots In Love", pero no tardaron en desfilar clásicos del dúo —no olvidemos que tienen casi tres décadas de carrera a sus espaldas— incluyendo "Is It Always Binary", "KracK", "Do You Want to Get Into Trouble?", "Another Excuse" o ya en la recta final "E Talking" o "NY Excuse", todos y cada uno de ellos más que celebrados por un público ya talludito —de media rondaba los cuarenta y tantos— entregado a la causa y a la historia alzando sus minis de cerveza a cada hit.
El extra, los bises, corrieron a cargo de un "Goodnight Transmission" que empezó pausado y acabó en puro frenesí en forma de jam session con toda la banda de Soulwax, quemando las últimas energías, y eso que ya habían gastado de más. Despedida posterior bastante a la francesa —será cosa de la cercanía con su Bélgica natal— y en cosa de nada ya estábamos en la calle de vuelta para casa. No sabemos si se podría decir eso de "75 minuti en La Riviera son molto longo", porque la verdad es que se nos pasaron volando. Fue breve, pero bien intenso. Otra noche épica. Fuese el día que fuese, una parte del fin de semana nunca muere.
